SALEM
Hablemos de la famosa ciudad de Salem, la cual es famosa y reconocida por las "brujas" que fueron quemadas allí.
Pero ¿cómo sucedió todo eso? Tranquilo, aquí tu escritora de confianza te informa.
Todo empezó una fatídica tarde de 1692, con Samuel Parris, un señor, ministro de la iglesia de Salem, que estaba demasiado ocupado sustituyendo a algunos amigos políticos, y con sus propios asuntos, como para cuidar de sus hijos, así que acogió a una esclava para entretenerlos y cuidarlos en su ausencia; una mujer llamada Tituba.
Pero un día sus dos hijas se ponen enfermas, y al llevarlas al doctor, este dijo algo que sería crucial para el resto de la historia de Salem, dijo que era cosa de brujería. Hombre no, espérate, te va a decir un doctor de la época, que ya tiene suerte de tener un trabajo y que le paguen, que no tiene ni idea de lo que les pasa. Obviamente no quería caer en la ruina, por lo cual culpó a la brujería. Para que sepáis lo que tenía desconcertado al doctor; eran síntomas como fuertes picores, andar a cuatro patas y ladrar como un perro.
Parris, indignado con la respuesta del doctor, y ya asqueado del gobierno, que no le quería pagar, empezó a divulgar rumores sobre brujas por Salem. Pero estas divulgaciones no comenzaron a ser realmente importantes hasta que les preguntaron a las niñas qué creían que había causado su enfermedad, y estas acusaron a Tituba y a otras mujeres de Salem. Massachusetts, el estado en el que se encontraba la ciudad, tenía una Ley británica que postulaba que todo aquel que fuera acusado de brujería sería condenado a la horca. Aquí viene lo controversial del asunto: si decías que sí eras culpable, pero porque te había poseído un demonio, te ahorcaban, y si decías que no eras culpable, te decían que eras un adorador de satanás y ¿adivina qué? Te ahorcaban. Vamos, que como te acusaran de brujería, ya podías empezar a cavar tu propia tumba. Pero había algo más ridículo aún, y era que, si iban a tu casa a llevarte a la horca y te declarabas a ti mismo inocente, ni te escuchaban, pero si decías que eras inocente y culpabas a otra persona de haber hecho brujería, te librabas de la ejecución. Cargar el muerto a otro, así es como yo llamo a eso.
Para comprobar si esos supuestos brujos y brujas de verdad adoraban a Satán, los hacían pasar por unas pruebas absurdas, como la del río. Básicamente, se creía que las brujas no se habían bautizado; así que tiraban a los acusados a algún río que tuvieran cerca. Si flotaban, sería como si el agua los repudiara, y por tanto, serían practicantes de brujería. La mayoría moría antes de poder ser llevados a… ¿morir? Qué absurdo. Aunque, todo sea dicho, les ataban una cuerda a la cintura para poder rescatarlos por si se ahogaban… en la mayoría de los casos, en vano.
El caso es este:
Imagina que un día estás cortando las verduras de tu huerto y llaman a la puerta unos soldados diciendo que tu vecina Carmen, tu amiga de toda la vida, te ha visto volar en escoba con un gato negro. Claro, a ti se te queda una cara… ¿Y que haces? si dices que no es verdad, te matan, si dices que eres una bruja piruja, te matan también. Pues te toca echarle el muerto a otro y decir que no has sido tú pero que tu prima hace cosas muy raras las noches de luna llena. Y ojo, que a lo mejor ni te salvabas porque no se fiaban y te hacían pasar una prueba en la que seguramente, morirías. Todo fatal en el 1600.
Pero vamos a ver Lucía, al final había o no había brujas en Salem. No hijo, no. Tanta muerte, puñales por la espalda, miedo… era solo la falta de lógica y la escasez de ideas propias de aquel entonces. Lo que en realidad les pasó a las niñas de Parris fue… es que no puedo ni escribirlo… estaban hasta arriba de droga, básicamente. Resulta que la cosecha de trigo ese año no había sido muy buena, ya que se infectó con un hongo, el ergot, que provocaba alucinaciones entre otras cosas, o síntomas muy raros para la época, de ahí que el doctor no supiera lo que les pasaba. El ergot infecta al trigo, y el ergotismo es la enfermedad que produce una vez hayas ingerido el pan fermentado. Más de 50.000 personas muertas en toda Europa por esta causa. O más bien, por creerse todo lo que cuentan, por ignorancia.
Por suerte, el tribunal supremo se ocupó del caso de Salem y liberó de los calabozos a la gente que estaba a punto de ser juzgada. Yo creo que un día el juez supremo se levantó y dijo, bueno, ya es hora de terminar con esto de la quema de brujas.
Espero que sepáis que del pasado se tiene que aprender. Una mención especial a esos hombres, aunque pocos, que defendieron a su familia, mujeres etc de ser acusadas de brujería, y que al final, terminaron siendo ahorcados por supuestos “jefes de brujas”.
-Lucía Sierra López
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